Se cumplen 35 años desde que, por la vía dictatorial, se impuso un proyecto de reorganización del modelo de acumulación capitalista en la región. Convergiendo principalmente sectores empresariales, eclesiásticos, militares, y políticos.
A nivel internacional, las décadas de los 60 y 70 fueron el terreno histórico de nuevas expresiones de la lucha de clases. En la región dominada por el Estado argentino, la dictadura concretó la tarea -iniciada años antes- de aniquilar la resistencia de los explotados organizados, dejando el terreno libre para una nueva avanzada del Capital.
Reemplazada la junta militar, los gobiernos que administraron el Estado argentino dieron continuidad a este modelo económico y lo profundizaron. Esta nueva etapa capitalista, denominada neoliberalismo, no sólo tendría efectos económicos sino que penetraría en la vida cotidiana de la población, logrando imponer su propia forma de ver el mundo al proletariado: cada cual será de aquí en más un emprendedor que se hará exitoso compitiendo con sus pares para obtener beneficios materiales. El individualismo, el “no te metas”, la fragmentación social extrema, y lo privado antes que lo colectivo, condicionaron y favorecieron la implementación de aquellas políticas.
Hace 35 años nuestros hermanos debieron soportar un aparato unificado y aceitado, que formaba grupos de tareas, entraba en nuestras casas, nos torturaba, violaba, mataba e intentaba borrarnos de la historia. Hoy el mecanismo es otro, la clase dominante nos intenta pacificar, desorganizar, trata de impedir por todos los medios la formación de una conciencia combativa. Mata silenciosamente pobres en barrios con su policía y a manifestantes con sus grupos paramilitares de barrabravas y sindicalistas.
Las similaridades son estructurales y las diferencias, NO. Democracia y Dictadura se alternan histórica y geográficamente. Eso que parece tan simple y concreto es lo que la ideología democrática esconde permanentemente, para que Nunca Más el sistema de explotación capitalista sea cuestionado seriamente.
La represión no puede simplemente dejar de existir al interior de un mundo dividido en clases. No es capricho ni exceso, es parte del plan sistemático de la burguesía para reprimirnos. Un mundo en el que los medios de reproducción de la vida son propiedad de una minoría requiere una represión sin piedad, que castiga a quien se atreve y “educa” a quien podría atreverse.
Los desafíos están a la vista, sin la destrucción de esta sociedad de clases siempre habrá torturadores, criminales de Estado y milicos asesinos. ¡Asumamos el hecho de que sólo la revolución social liquidará para siempre el terrorismo de Estado, que militar o democrático es la dictadura del Capital en todos los países y rincones del mundo! Actuemos, en consecuencia, con un carácter enteramente internacionalista en esta lucha de siempre, la de los fusilados, de las encarceladas, de las desaparecidas, de los perseguidos en todo el mundo contra ese mismo enemigo: el capitalismo y su Estado.
Reemplazada la junta militar, los gobiernos que administraron el Estado argentino dieron continuidad a este modelo económico y lo profundizaron. Esta nueva etapa capitalista, denominada neoliberalismo, no sólo tendría efectos económicos sino que penetraría en la vida cotidiana de la población, logrando imponer su propia forma de ver el mundo al proletariado: cada cual será de aquí en más un emprendedor que se hará exitoso compitiendo con sus pares para obtener beneficios materiales. El individualismo, el “no te metas”, la fragmentación social extrema, y lo privado antes que lo colectivo, condicionaron y favorecieron la implementación de aquellas políticas.
Hace 35 años nuestros hermanos debieron soportar un aparato unificado y aceitado, que formaba grupos de tareas, entraba en nuestras casas, nos torturaba, violaba, mataba e intentaba borrarnos de la historia. Hoy el mecanismo es otro, la clase dominante nos intenta pacificar, desorganizar, trata de impedir por todos los medios la formación de una conciencia combativa. Mata silenciosamente pobres en barrios con su policía y a manifestantes con sus grupos paramilitares de barrabravas y sindicalistas.
Las similaridades son estructurales y las diferencias, NO. Democracia y Dictadura se alternan histórica y geográficamente. Eso que parece tan simple y concreto es lo que la ideología democrática esconde permanentemente, para que Nunca Más el sistema de explotación capitalista sea cuestionado seriamente.
La represión no puede simplemente dejar de existir al interior de un mundo dividido en clases. No es capricho ni exceso, es parte del plan sistemático de la burguesía para reprimirnos. Un mundo en el que los medios de reproducción de la vida son propiedad de una minoría requiere una represión sin piedad, que castiga a quien se atreve y “educa” a quien podría atreverse.
Los desafíos están a la vista, sin la destrucción de esta sociedad de clases siempre habrá torturadores, criminales de Estado y milicos asesinos. ¡Asumamos el hecho de que sólo la revolución social liquidará para siempre el terrorismo de Estado, que militar o democrático es la dictadura del Capital en todos los países y rincones del mundo! Actuemos, en consecuencia, con un carácter enteramente internacionalista en esta lucha de siempre, la de los fusilados, de las encarceladas, de las desaparecidas, de los perseguidos en todo el mundo contra ese mismo enemigo: el capitalismo y su Estado.
¡CONTRA LA DICTADURA DEL CAPITAL!
NI VOTOS NI BOTAS… ¡REVOLUCION SOCIAL!
NI VOTOS NI BOTAS… ¡REVOLUCION SOCIAL!
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